Entendemos aquí al patrimonialismo como aquella “tendencia de un Gobierno o un partido político a considerar como propios los bienes públicos”. También se lo comprende como una de las modalidades de manejo del gobierno que se sustenta en la concentración del poder y recursos en una o pocas personas.
Wilhelm Röpke, economista y filósofo de origen alemán, entiende que el orden social y económico comprende interacciones complejas en los sistema socioeconómicos. En contraste con otros enfoques liberales, adoptó una aproximación integrada para analizar aspectos sociales, psicológicos y morales que afectan y son afectados por la acción económica. En la visión de Röpke el fin último de la economía es el hombre y el logro de una “vida buena”. En sus propias palabras: “las cosas vitales son aquellas que están más allá de la oferta y la demanda y el mundo de la propiedad”.
Ahora bien, para sostener la afirmación planteada considero adecuado hacerlo a través del análisis de las ideas que el autor desarrolla en el capítulo V titulado “Estado de Bienestar e inflación crónica” de su obra “A human economy – The social framework of a free market”. Allí encontramos una crítica al Estado Benefactor de aquellos años como así también un marco conceptual claro para encuadrar correctamente la actividad estatal. Este modelo , objeto de revisión aquí, contiene cierta lógica política que actualmente es utilizada por burócratas como línea argumental en aquellos países donde el patrimonialismo se ha desarrollado gracias a la captura del Estado. Con ideas como la consecución de objetivos como la “igualdad” y una “nivelación” de la situación de todos los ciudadanos a través de una redistribución adecuada de los recursos.
En la visión de Röpke el fin último de la economía es el hombre y el logro de una “vida buena”.
Röpke en el capítulo referenciado nos propone un recorrido a través del cual explica con claridad los peligros y consecuencias sociales, económicas, y morales asociadas con los excesos en la implementación de políticas públicas de carácter asistencialista que tienen para el conjunto de la sociedad, con excepción de los burócratas, que según él, son los únicos beneficiados. De este modo, apoyándome en sus críticas y tomando algunas ideas centrales del autor puedo afirmar que en su visión el patrimonialismo efectivamente es un problema para la sociedad en su conjunto.
En términos sociales Röpke afirma: “Si la ayuda organizada por el estado es la muleta de una sociedad tullida por el proletarismo y la masificación, entonces debemos dirigir nuestros esfuerzos a tratar de manejarnos sin esa muleta. Este es el verdadero progreso […]”. Esta atrofia estatal expresada por él divide a la sociedad en 2 sentimientos. Por un lado, aquellos que financian la asistencia mediante el pago de sus impuestos, donde aflora un sentimiento de enojo. Mientras que allí en los sectores más necesitados de ayuda , emerge la envidia. Asistimos así a la degradación del sentimiento de compasión que es el origen del asistencialismo bien entendido.
En el plano económico según el pensador alemán “[…] la excepción se ha convertido en regla y la asistencia que se daba para suplir necesidades auténticas se ha transformado en sistema permanente”. Es decir, la inconsistencia devenida de este modelo de Estado Benefactor “gigante” con un gasto insostenible culmina con déficits fiscales financiados con emisión y sus irremediables consecuencias inflacionarias que pulverizan el nivel de vida de las personas. Además, se crean incentivos perversos en términos de productividad que acaban por destruir el ahorro y la inversión, elementos claves para el crecimiento.
En una misma línea que lo expuesto anteriormente, Ropke describe un aspecto de la sociedad como un valor capital para el desarrollo. Esto es, habla del sentido de la responsabilidad como un resorte maestro que corre serios peligros ante el avance de la maquinaria estatal. Afirma: “Es sin duda una señal de sociedad sana que el centro de gravedad de las decisiones y de las responsabilidad quede a medio camino entre dos extremos: el individuo y el Estado…”.
Se crean incentivos perversos en términos de productividad que acaban por destruir el ahorro y la inversión, elementos claves para el crecimiento.
Con las críticas al Estado Benefactor expresadas hasta aquí, y considerando que el núcleo de pensamiento de Whilhelm Röpke gira en torno a los derechos, los hábitos morales, las normas y valores sociales. Donde por un lado propone la denominada “tercera vía”, pero en paralelo es un acérrimo crítico de un “Estado-billetera” el cual, desde su óptica, ganará demasiada influencia en la vida y la propiedad de las ciudadanos, al punto de llegar a convertir al sistema en una especie de sumisión.
Ante este conjunto de ideas del economista alemán se observa una clara oposición a la lógica impartida desde el patrimonialismo , donde aquellos que ostentan los cargos de poder buscan crecer cada vez más, ocupando nuevas esferas, logrando mayor control en la actividad económica, reduciendo las áreas de decisión privada individual al tiempo que sosteniendo un discurso que dice ayudar a los más necesitados, pero en verdad tiene como objetivo claro mantenerse en el poder.
Esto es, habla del sentido de la responsabilidad como un resorte maestro que corre serios peligros ante el avance de la maquinaria estatal.
En este cuadro de situación se disuelven los incentivos a producir, cae la actividad, cae la inversión, cae la recaudación de impuestos, crece el déficit fiscal (inflación) y cae el empleo privado. Finalmente, la ecuación arroja como resultado la erosión del espíritu y los valores de progreso de una sociedad que deja de creer en el desarrollo individual fruto del esfuerzo y, como explica Röpke “…mira al Estado como una especie de cuarta dimensión, sin pensar como se llenan esas alcancías”. Como explica el pensador francés Alexis de Tocqueville en su obra «La democracia en America»: “Un poder semejante [Estado] no destruye la vida, sino que la impide; no es tiránico con el pueblo, sino que lo comprime, lo enerva, lo apaga y lo atonta hasta que cada Nación queda reducida a poco más que un rebaño de animales tímidos e industriosos, donde el gobierno es su pastor”.

Me pareció muy interesante… FELICITACIONES